Cónclave olímpico: Kristy Coventry, en el trono del deporte con el mundo en llamas

Cónclave olímpico: Kristy Coventry, en el trono del deporte con el mundo en llamas
Los desafíos de Kirsty Coventry como presidenta del COI (Getty)

Kristy Coventry es la nueva presidenta del Comité Olímpico Internacional. Apenas la décima persona en dirigir la entidad más importante del deporte global en 131 años de historia, será, desde su asunción en junio, la primera mujer en hacerlo. Y la primera africana. Además, con apenas 41 años, la presidenta más joven desde el fundador Pierre de Coubertin: fácil tarea para el departamento de marketing. Recibe, más que un trono, una silla eléctrica, con problemas cuya solución se ha postergado demasiado y un mundo volátil como no se veía desde la caída del Muro de Berlín.

Coventry era la preferida del presidente saliente, ahora presidente honorario, Thomas Bach. A pesar de que desde dentro del COI se filtraban dudas sobre el poder de conducción de la zimbabuense, ganadora de siete de las ocho medallas olímpicas de su país, el empuje de Bach funcionó. Y el dinero: según el periodista Jens Weinreich, detrás de la campaña de Coventry había importantes capitales millonarios, en particular de la familia Ambani, la principal fortuna del país.

Poco, de todos modos, se sabe: si bien escándalos de corrupción y sobornos en elecciones de sedes forzaron al organismo a una mayor transparencia (al menos teórica), lo mismo no se trasladó a las elecciones olímpicas, conducidas bajo un hermetismo total, sin que siquiera se pueda afirmar en público simpatías por uno u otro candidato. El nivel de secretismo atrajo comparaciones con el Vaticano. También el sistema de votación, en el que ronda tras ronda se eliminan a los candidatos con menor cantidad de votos hasta que alguien logre una mayoría. Con siete candidatos, tres favoritos (Coventry, Juan Antonio Samaranch Jr. y Sebastian Coe) y tanto secreto, muchos esperaban varias rondas de votación. Coventry ganó en la primera ronda, con 49 votos sobre 97.

Es el triunfo del oficialismo, desde ya, aunque la elección no ofrecía un opositor claro. Quizás Coe ofrecía otra manera de hacer las cosas, amparado en su gestión al frente de World Athletics, desde donde dio premios por medalla olímpica, generando la ira del Comité (de todos modos, en campaña avisó que no pensaba hacer lo mismo en todos los deportes de ser presidente del COI). La propuesta más radical era la del japonés Morinari Watanabe, presidente de la FIG, que propuso celebrar los Juegos Olímpicos en simultáneo en cinco continentes: sacó 4 votos. El resto de los candidatos no propusieron cambios profundos: el éxito de París 2024 fortaleció la noción de que no hay que cambiar tanto en el corazón de los Juegos, y ante las preguntas candentes (Trump, las políticas de género, Ucrania, ambientalismo) los candidatos casi siempre respondieron con diversas variantes tibias.

Y sin embargo, Coventry no podrá encender el piloto automático en su mandato: deberá enfrentar un mundo en llamas que convertía a la elección, según Michael Payne, ex jefe de marketing del COI, en “la más significativa en casi medio siglo». Es que el Comité no ha enfrentado un panorama geopolítico tan complicado en muchos años. La cuestión rusa se suma al empuje chino y a la incógnita de Donald Trump, que será presidente mientras transcurran los próximos Juegos Olímpicos de verano, en su país, en Los Ángeles, en 2028. A continuación, uno por uno, los puntos calientes que deberá afrontar la presidenta en los tres años que quedan hasta LA28.

Trump, Los Ángeles y las atletas trans

Uno de los grandes problemas que enfrentará Coventry tiene nombre y apellido: Donald Trump. El presidente estadounidense asoma como un socio volátil de cara al principal evento en los 8 años de gestión de la africana, los Juegos de Los Ángeles. Y ya lo ha demostrado: apenas asumió la presidencia, firmó un decreto para prohibir la participación de mujeres trans en categorías deportivas femeninas.

La orden, titulada de manera polémica “Keeping Men Out of Women’s Sports” (“Mantener a los hombres fuera del deporte femenino”), otorga facultades a los departamentos de Justicia y Educación para garantizar que las entidades que reciben fondos federales cumplan con esta directriz, basándose en la definición de sexo asignado al nacer. Claro, una de esas entidades es la que organiza los Juegos de 2028, que hasta aquí albergaría deportistas trans si sus federaciones internacionales lo permiten, acorde a la normativa actual del COI, que deja el criterio de elección a las federaciones deportivas.

Trump, según el New York Times, incluso ya ordenó que no se otorguen visas a atletas trans viajando a competir en Estados Unidos: un duro golpe a la imagen aperturista de los Juegos. Trump fue claro en el asunto: proclamó que “no vamos a dejar que este asunto absolutamente ridículo empañe los Juegos Olímpicos y Paralímpicos”.

Coventry, de todos modos, no tendrá demasiado problema con esta cuestión: mientras la mayoría de los candidatos afirmaban que dejarían la cuestión trans a las federaciones, Coventry, junto a Coe, caminaron una línea más dura. Coe llamó directamente a prohibir a las mujeres trans en los deportes; Coventry, más diplomática, prometió trabajar con las federaciones y los científicos para “encontrar una solución que no excluya a nadie”. Pero quiere establecer reglas claras y universales a todos los deportes, manteniendo “la integridad de la categoría femenina”, y ha afirmado que “las mujeres trans tienen una ventaja inherente”. Uno más uno…

El tema es que la prohibición de los visados no solo afecta a las atletas trans: también a los cubanos, al parecer, se les ha negado ingreso. Así denunció la Federación Cubana de Baloncesto denunció, cuya selección masculina quedó fuera del clasificatorio para la FIBA AmeriCup por la negativa de Estados Unidos a concederles visados para asistir a un partido definitorio en Puerto Rico. Los especialistas dicen que es solo el comienzo de una política que choca de frente, con la potencia de un tren fuera de control, con una de las políticas centrales del COI: la política no tiene lugar en los Juegos, que deben tener los brazos abiertos para todos los atletas.

Será todo un desafío para la novata presidenta desafiar a Trump, tozudo y de humor cambiante, en esta cuestión. Coventry, sin embargo, tiene confianza: en su discurso inaugural dijo que «desde que tengo 20 años he confrontado, digamos, a hombres difíciles que ocupan altas funciones”, y lanzó que «no vamos a renunciar a nuestros valores: nuestros valores de solidaridad, así como a la garantía de que cada atleta calificado para los Juegos Olímpicos pueda participar y estar seguro».

Coventry confía además en que Trump, presidente del país organizador del próximo Mundial y los próximos Juegos de verano, «querrá que sus Juegos dejen huella, querrá que tengan éxito». Quizás, al final, se ratifique esa desafortunada frase del ex secretario general de la FIFA, Jerome Valcke: “A veces menos democracia es mejor para organizar un Mundial. Un jefe de Estado fuerte puede tomar decisiones es más fácil para nosotros, los organizadores, que un país donde hay que negociar en diferentes niveles”. Una idea acorde a los tiempos que corren.

¿Vuelve Rusia a los Juegos Olímpicos?

Estados Unidos es apenas una preocupación en la caliente arena geopolítica: el COI continúa intentando permanecer apolítico en un mundo cada vez más tribalizado. Y Coventry, cuyo lema en campaña fue “Ubuntu”, alguna decisión tendrá que tomar.

La más comentada será la cuestión rusa: al país no se le permitió participar como tal en los Juegos de 2016 y 2021, por el escándalo de dopaje organizado desde el Estado, y tampoco pudieron estar en 2024, por la invasión a Ucrania, ocurrida en plena tregua olímpica, durante los Juegos de Invierno de Beijing 2022. Aunque sí participaron muchos atletas rusos, bajo bandera neutral, la de Bach fue una medida fuerte (aunque simbólica, finalmente): el COI ha intentado históricamente permanecer afuera de las disputas regionales, organizando unos Juegos en la Berlín nazi y forzando la continuación de los Juegos de Munich tras un atentado en plena Villa Olímpica, por ejemplo.

Pero Rusia, que como muchos países de esta nueva Guerra Fría considera a los Juegos como “la guerra por otros medios”, empuja por volver. Y quiere hacerlo ya: en menos de un año son los Juegos de Invierno, en Milán-Cortina. Y los eventos clasificatorios ya tienen lugar.

Mientras tanto, además, se negocia la paz entre Ucrania y Rusia, que acelera el regreso de los rusos al olimpismo. En ese marco, Vladimir Putin fue uno de los primeros en saludar a Coventry. «Estoy convencido de que su experiencia única y su interés por la promoción real de los nobles ideales olímpicos contribuirán al éxito de esta función de alta responsabilidad», escribió Putin. El ministro de Deportes ruso sumó que espera ver a los atletas rusos próximamente en el podio. Todo un gesto, tras años de acusaciones entre Rusia y el COI.

¿Y Palestina, e Israel? De eso, por ahora, no se habla.

Los Juegos Olímpicos del futuro

Las sedes de los Juegos Olímpicos ya han sido decididas hasta 2034, pero durante su mandato de ocho años Coventry tendrá que dirigir la elección de la sede de los Juegos de 2036. Serán los primeros en elegirse luego de que se agregara a la Carta Olímpica una serie de compromisos en torno a los derechos humanos, para garantizar sedes sin un historial sangriento: habrá que ver cuán serio se toman el compromiso, teniendo en cuenta que países como Qatar y Arabia Saudita, de mucho poder de lobby, expresaron su interés por ser sede. También interesan en India. La India de los Ambanis.

Otra cuestión sobre la que el COI suele hacer muchas declaraciones para luego tomar poca acción es el cambio climático. Megaeventos como los Juegos Olímpicos contaminan profundamente, y si bien se han priorizado en años recientes candidaturas que prometen sostenibilidad, la palabrita preferida de las empresas contaminantes es difícil de sostener ante el influjo de decenas de miles de atletas y espectadores, en una quincena.

Quizás por eso, y a pesar de la responsabilidad con la que París tomó el desafío en 2024, es que más de 300 atletas de primera línea firmaron una carta en la previa de las elecciones, pidiendo al COI que tome el asunto con seriedad. Muchos señalaron que los Juegos, en verano, son sofocantes, mientras que en invierno, la nieve necesaria se vuelve cada vez más escasa.

La mayoría de los candidatos respondió con corrección política y promesas vagas. También Coventry, que dijo que “me ha inspirado ver a tantos deportistas olímpicos unidos para abogar por el cambio climático. Si se me confía este papel, lo convertiré en una prioridad”. Hasta allí, poco: quizás su declaración más interesante fue cuando señaló que “el crecimiento por el crecimiento ya no es sostenible”, abogando por un decrecimiento de los megaeventos olímpicos, algo que, de todos modos, va el línea con la postura oficial de los últimos años: tras numerosos reportes de contaminación olímpica, la impoluta marca de los anillos comenzaba a verse afectada.

De hecho, entre los problemas ambientales y los financieros que provoca cada Juego, muchas ciudades retiraron su candidatura en el último tiempo tras escuchar a la gente: el COI se acercó entonces, una vez más, a esos países con líderes fuertes, que no tuvieran que negociar tanto, aunque claro, tras Juegos en Rusia, China y Corea del Sur, las viejas potencias volvieron a mostrar interés por el gran circo deportivo: entre Europa y Estados Unidos organizarán cinco de los seis Juegos que hay entre 2024 y 2034.

Pedro Garay

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