Por qué la FIFA y el COI no sancionan a Israel como a Rusia: la doble vara que desnuda los intereses políticos en el deporte
La política y el deporte vuelven a cruzarse en un terreno espinoso: las sanciones internacionales. Cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, la reacción de la FIFA, la UEFA y el Comité Olímpico Internacional fue fulminante. El fútbol ruso quedó excluido de toda competición, sus clubes apartados de los torneos continentales y sus atletas obligados a competir bajo estatus “neutral” en los Juegos Olímpicos. El mensaje parecía inequívoco: el deporte global no podía permanecer indiferente ante la violación de la soberanía de un país y el quebranto de la paz olímpica. El castigo a Rusia se convirtió en símbolo de la “responsabilidad ética” de las instituciones deportivas.
Sin embargo, el contraste con el caso de Israel es notorio. En medio de la devastación en Gaza, con decenas de deportistas palestinos muertos y clubes israelíes jugando en territorios ocupados, FIFA y COI han optado por la demora y el silencio. Pese a los reclamos formales de la Asociación Palestina de Fútbol y de federaciones árabes para que se sancione a Israel como se sancionó a Rusia, no ha habido suspensiones inmediatas ni limitaciones simbólicas: los atletas israelíes siguen compitiendo con bandera e himno, y sus selecciones participan en torneos sin restricciones.
La pregunta es inevitable: ¿por qué la contundencia de un caso y la tibieza del otro? La respuesta obliga a mirar más allá del reglamento deportivo, hacia el tablero de intereses políticos y geopolíticos que condicionan al deporte mundial.

Sanciones ejemplares a Rusia contra inacción a ofensiva israelí
La presión internacional fue inmediata cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022. FIFA y UEFA suspendieron de inmediato a Rusia de toda competición, excluyendo incluso a su selección de la repesca para el Mundial 2022. Asimismo, el COI condenó la invasión y sancionó al Comité Olímpico Ruso: en París 2024 solo compitieron 15 deportistas rusos “neutrales” (sin bandera ni himno nacional). Estas medidas, basadas en el respeto a la carta olímpica y a la “integridad territorial” de Ucrania, fueron aplicadas con rapidez y contundencia. El castigo a Rusia se extendió incluso al baloncesto (FIBA expulsó a Rusia y Bielorrusia) y a múltiples federaciones internacionales.
Este modelo de “aislamiento deportivo” se justificó públicamente con argumentos éticos: la invasión de un país soberano quebranta la paz olímpica. No es un precedente lejano: el COI recordó que Rusia violó la Tregua Olímpica y anexó federaciones ucranianas, actos castigables según su propia normativa. En suma, la comunidad deportiva cerró filas para aislar a Rusia después de febrero de 2022.
En cambio, las reacciones contra Israel han sido notablemente tibias en el mundo del porte. Tras el estallido de la guerra en Gaza (octubre 2023), varias organizaciones deportivas palestinas y árabes reclamaron sanciones similares contra Israel, pero FIFA y COI optaron por la demora y el silencio. Por ejemplo, la Asociación de Fútbol de Jordania instó en enero de 2024 a “acciones decisivas” para aislar a Israel hasta que acatara un cese al fuego. La Asociación Palestina de Fútbol (PFA) presentó a FIFA una solicitud oficial en mayo de 2024 pidiendo la suspensión de Israel por “complicidad en violaciones del derecho internacional”. Incluso entrenadores italianos enviaron cartas masivas a la UEFA y FIFA reclamando la suspensión de Israel por razones “morales y humanitarias”.
Organizaciones como la PFA y el movimiento BDS han señalado que Israel incluso incluye clubes de asentamientos en su liga nacional. Expertos de la ONU han identificado al menos ocho clubes israelíes jugando en territorios ocupados. La PFA destaca además que al menos 92 deportistas palestinos (jugadores y árbitros no profesionales) han muerto en la guerra y decenas de instalaciones deportivas han sido destruidas.
Aunque FIFA prometió revisar la denuncia en julio de 2024, el organismo pospuso la decisión varias veces. En julio dijo esperar los Juegos Olímpicos de París para concluir el análisis, y en agosto volvió a reprogramar la revisión para un comité en octubre. Hasta principios de ese mes la única determinación concreta fue encargar una investigación disciplinaria. En resumen, la FIFA alargó los plazos sin imponer sanciones inmediatas.

Críticas al doble rasero: hipótesis y cuestionamientos
Esta disparidad despertó enormes críticas en la prensa y entre expertos. Medios internacionales apuntan que la “neutralidad” de FIFA y COI ha sido claramente selectiva. Varios analistas remarcan que ambos organismos han evitado emitir declaraciones condenatorias sobre la guerra en Gaza, en marcado contraste con su reacción ante la invasión de Rusia. El experto Jules Boykoff, por ejemplo, señala que en los Juegos de París los 87 atletas israelíes desfilaron con su bandera sin restricciones, a diferencia de los rusos, que sólo pudieron competir bajo estatus “neutral”.
A diferencia de los deportistas rusos (que compitieron sin bandera), los atletas israelíes pudieron participar en París 2024 con sus insignias nacionales. Israel envió 88 deportistas (con 7 medallas en total), mientras Rusia llevó solo 15 atletas neutrales. Esta desigualdad práctica subraya que la “neutralidad” no se aplicó uniformemente: premiar a unos y sancionar a otros según criterios políticos.
Los organismos internacionales han esgrimido que “cada caso es único”. El COI argumentó que la suspensión rusa obedeció a la anexión por parte de Moscú de órganos deportivos ucranianos, violando la carta olímpica, algo que no ocurre con Israel en Gaza. Sin embargo, analistas replican que la ocupación militar israelí también infringe la integridad territorial palestina y atenta contra valores olímpicos. La ausencia de condenas firmes de la ONU o la UE hacia Israel contrasta con las numerosas resoluciones contra Rusia, lo que permite a Israel eludir sanciones deportivas. Para grupos pro derechos humanos, permitir la presencia de equipos en asentamientos es tan “inaceptable” como la anexión de Crimea fue para el deporte europeo.

Presión geopolítica y la sombra de Estados Unidos
Más allá de argumentos jurídicos, la pugna tiene fuerte carga geopolítica. Observadores señalan que Israel es un aliado estratégico de Occidente, mientras Rusia era percibido como adversario tras sus invasiones previas. Paradójicamente, la oposición a Israel proviene principalmente de países de Oriente Medio y África que tienen menos peso en federaciones deportivas dominadas por potencias occidentales. En otras palabras, la alineación geopolítica influye: los gobiernos occidentales (incluido Estados Unidos) han evitado presionar por sanciones contra Israel, y grandes patrocinadores deportivos permanecen ligados al status quo.
Esta realidad plantea preguntas críticas: ¿por qué un agresor respaldado por potencias de primer orden recibe trato distinto al de un invasor denunciado por Occidente? El periodismo deportivo interroga si la «neutralidad política» proclamada por el COI no favorece implícitamente al Estado con mayores aliados.
En la práctica, el discurso oficial ha sido que “no se pueden comparar los dos casos”, pero esa misma postura levanta sospechas sobre la independencia de estas instituciones. Cuando un niño palestino o un entrenador italiano pide justicia, ¿por qué las respuestas difieren de las dadas tras una matanza en Europa?