«Wunderteam», la mejor Austria de la historia que no pudo ser campeona del mundo por la mano negra de Mussolini

«Wunderteam», la mejor Austria de la historia que no pudo ser campeona del mundo por la mano negra de Mussolini
El Equipo Maravilla de Austria que deslumbró en el Mundial 1934 (Archivo)

El Mundial 1934 es considerado el más polémico de la historia, ya que el camino del local Italia hacia el título está plagado de polémicas arbitrales ligadas a la presión ejercida por el dictador Benito Mussolini, quien necesiataba sí o sí la victoria de su seleccionado en la segunda Copa del Mundo de la historia.

Tras eliminar con escándalo a España en cuartos, la Azzurra se cruzó el 3 de junio en semifinales contra otro equipo candidato al título: el Wunderteam -“Equipo maravilla”, en español- de Austria. Pero otra vez una polémica actuación arbitral, en este caso del sueco Ivan Eklind, le terminó dando el triunfo a los locales por 1-0 con un gol de Guaita que debió ser anulado por una clara infracción sobre el arquero. 

Los austríacos aseguran que aquella selección mereció quedarse con el trofeo y que no lo lograron por la “mano negra” de Mussolini. Más allá de no quedarse con el título, ha quedado en la historia del fútbol como uno de los seleccionados más vistosos, comparado en muchas ocasiones con la “Naranja Mecánica”, la Selección de Países Bajos de 1974.

Wunderteam: la maravilla austríaca

El final de la Primera Guerra Mundial -llamada Gran Guerra en su momento- en 1919 produjo, entre otras tantas cosas, la disolución del Imperio Austrohúngaro. Esto dio pie a la creación de dos países, uno de ellos la República de Austria, la cual inicialmente intentó unirse a la República de Weimar alemana, algo que fue impedido por Francia y el Reino Unido.

En tiempos de posguerra, donde los problemas económicos y sociales estaban a la orden del día, el fútbol se convirtió en un oasis para aquella sociedad y con el paso de los años se fue formando un seleccionado que maravilló al mundo, el Wunderteam, comandado por Hugo Meisl. El mismo hacía gala del juego asociado y convirtió la posesión de la pelota en una de sus principales armas para hacerle daño al equipo rival.

Meisl, quien además fue futbolista, dirigente y árbitro internacional, llegó a la dirección técnica de Austria en 1912 con apenas 31 años. Desde un comienzo enfocó su trabajo en el control del balón y adaptó el llamado “estilo escocés” que había perfeccionado su maestro Jimmy Hogan. Su legado es tan grande que, ya en siglo XXI, se lo sigue ubicando como uno de los padres fundadores de una forma de jugar al fútbol asociada a grandes equipos como Brasil de 1970, la ya mencionada “Naranja Mecánica” y el seleccionado español de 2010, entre otros.

En la década de 1920 se terminó de consolidar aquel seleccionado y empezó a hacer ruido en materia de resultados. Emergieron grandes futbolistas, aunque sin dudas que la gran estrella fue el delantero Matthias Sindelar, catalogado como el “Mozart del fútbol” por su elegancia para manejar el balón. Es considerado el mejor jugador de la historia de Austria y, además, se terminó transformando en un símbolo contra la opresión del nazismo.

Sindelar también fue llamado “Hombre de Papel” por la facilidad en que dejaba rivales en el camino. Consolidó su fútbol principalmente en las calles de Favoriten, barrio obrero de Viena, ciudad a la que llegó en 1906 con apenas 3 años porque su padre buscaba un mejor trabajo. Ya a los 15 logró fichar con el Hertha Viena -35 partidos y 3 goles-, club en el que jugó hasta 1924 cuando pasó al Austria Viena: allí disputó 350 partidos, festejó 225 tantos y levantó 8 títulos.

Su relación con el seleccionado comandado por Meisl comenzó en 1926 y, si bien tuvo algunos contrapuntos con el entrenador, terminó consolidándose como la máxima figura de un equipo que logró una racha invicta de 14 partidos consecutivos entre abril de 1931 y diciembre de 1932, en donde conquistó la Copa Internacional de Europa Central. El certamen, que tenía carácter amistoso pero se terminó convirtiendo en predecesora de la Eurocopa, le sirvió a los austríacos para afirmar su mote de candidato para el Mundial de 1934. Casualmente el “Equipo maravilla” venció en la final de dicha copa a Italia por 4-2.

Aquel seleccionado generó elogios de propios y extraños, más aún tras lograr rutilantes resultados como las goleadas 6-0 y 5-0 frente a Alemania; el 8-2 ante Hungría, considerado un “clásico”; el 8-1 frente a Suiza; el 5-0 ante Escocia, considerada un seleccionado de peso por aquellos años; el 6-1 ante Bélgica; el 4-0 contra Italia; el 4-2 frente a Suecia; entre otras victorias destacadas.

En 1932 su invicto terminó en manos de Inglaterra, en Londres, aunque tras dicho encuentro también se multiplicaron los elogios para el seleccionado de Meisl: los austríacos dominaron las acciones del juego a pesar de caer derrotados por 4-3 y Sindelar marcó un gol de antología desparramando ingleses por el suelo, entre ellos, al arquero. Los periódicos británicos al otro día no se ahorraron en elogios a la hora de describir el juego de Austria en el estadio del Chelsea. Se habían convertido en el equipo sensación, aquel que todos querían ver. No solamente eran sinónimo de “buen fútbol”, sino también de “espectáculo”.

“Fue un partido legendario que se desarrolló en Stamford Bridge, la casa del Chelsea, y en el que Sindelar jugó un partido sensacional e hizo un gol muy elogiado. Si bien Austria perdió, puso en jaque al gran equipo inglés y para el pueblo austríaco y la opinión pública -nacional e internacional- fue como un triunfo. Cuando el plantel regresó al país fue recibido con todos los honores”, explicó Camilo Francka sobre aquel recordado encuentro ante los ingleses en su libro “Matthias Sindelar, una historia de fútbol, nazismo y misterios”.

En el Mundial de 1934 tuvieron un duro debut ante Francia, en donde transpiraron más de la cuenta para clasificar a los cuartos de final. El partido se disputó en el estadio Benito Mussolini de Turín -actualmente se llama estadio Olimpico Grande Torino- el 27 de mayo y los austríacos ganaron 3-2 en tiempo suplementario gracias a los goles de Sindelar, Toni Schall y Josef Bican, quien con 805 tantos oficiales es el máximo goleador de la historia del fútbol, según certifica la Rec.Sport.Soccer Stadistics Foundation (RSSSF).

En la siguiente instancia, y en simultáneo al primer duelo entre Italia y España, Austria se midió ante su clásico Hungría y se impuso por 2-1: Johann Horvath y Karl Zischek marcaron los goles, mientras que las crónicas de la época destacaron la actuación de Sindelar, quien otro sino. Mientras  aguardaba a la definición de la llave entre italianos y españoles, el “Equipo Maravilla” estaba confiado en hacer historia de la grande y alcanzar el partido definitivo. 

El partido entre Austria e Italia en el Mundial 1934

Los partidos ante España dejaron la sensación en el resto de los seleccionados participantes del Mundial que Italia estaba haciendo todo lo posible dentro y fuera del reglamento para salir campeón de dicha competencia. Por eso desde la previa la mira estuvo puesta en el árbitro, el sueco Eklind, quien lejos de pasar desapercibido se transformaría en protagonista, al igual que días atrás habían sido Baert y Mercert.

Uno de los mitos más repetidos de aquel encuentro es que la noche anterior Mussolini cenó con el juez. Si bien nunca hubo pruebas fehacientes de que esto haya ocurrido, hasta el día de hoy se puede leer en varias crónicas e informes relacionadas al Mundial 1934. Hayan compartido una comida o no, la actuación del sueco hizo pensar que estaba presionado -y/o incentivado- para que el ganador fuese el seleccionado local.

La semifinal se jugó en el imponente estadio San Siro de Milán, el cual en 1980 sería bautizado con el nombre de un futbolista italiano de aquella selección de 1934: Giuseppe Meazza. El campo de juego, aquella tarde, no estaba de la mejor manera: la arena y el agua, producto de las lluvias que habían caído, presentaban un terreno hostil para las pretensiones de juego de posesión que venía mostrando desde hace años el “Equipo Maravilla”.

La Azzura salió a la cancha con los siguientes jugadores desde el inicio: Giampiero Combi; Luigi Allemandi. Eraldo Monzeglio; Luigi Bertolini, Giovanni Ferrari, Attilio Ferraris, Meazza, Luis Monti; Enrique Guaita, Raimundo Orsi y Angelo Schaivo. Por el lado de Austria, el once inicial estuvo conformado por: Peter Platzer; Franz Cisar, Karl Sesta; Josef Smistik, Hans Urbanek, Franz Wagner; Josef Bican, Toni Schall, Matthias Sindelar, Rudi Viertl y Karl Zischek.

Al igual que en los duelos frente a los españoles, Italia apostó por un juego agresivo y se vio nuevamente beneficiado por la poca severidad arbitral. Esto le complicó la tarea a los austríacos, especialmente a jugadores como Sindelar, que fue golpeado en reiteradas ocasiones. Una de las jugadas más polémicas fue una clara infracción dentro de su propia área que cometió Monti: Eklind entendió que no había sido nada cuando la historia ya estaba 1-0 para los italianos. 

En relación al gol de los locales, el mismo no se dio por las carriles normales: Guaita, a los 19 minutos del primer tiempo, anotó con facilidad sobre la línea gracias a que Meazza se tiró sobre arquero Platzer cuando este tenía la pelota en sus manos e hizo que la soltara. Si bien la infracción fue clara, el juez convalidó el gol e hizo estallar de alegría a los fanáticos italianos que colmaron el estadio mientras los austríacos protestaban en vano. Tras el encuentro, varios periódicos compararon este tanto con el que Italia le había hecho a España en el 1-1, ya que en aquella ocasión también habían golpeado al arquero.

“Por nuestro entrenador Meisl sabíamos que el árbitro estaba comprado y que iba a arbitrar a favor de los italianos. Hasta llegó a jugar con ellos. Cuando pasé un balón al ala derecha uno de mis compañeros, Zischek, corrió por él, pero el árbitro se lo devolvió a los italianos. Una vergüenza”, contó años más tarde Bican, quien hasta su muerte en 2001 no dudó en afirmar que Eklind se vendió ante los italianos y por eso cometió tantos errores.

El partido, igualmente, fue emocionante hasta el final -según marcan las crónicas de la época- porque Austria estuvo merodeando el área italiana buscando la igualdad. Al no poder Italia ampliar el marcador, sufrió más de la cuenta para quedarse con la tan ansiada clasificación a la gran final de su Copa del Mundo. Cuando Eklind señaló el centro del campo de juego los futbolistas italianos, con saludo fascista mediante, celebraron enfáticamente haber dado un paso más hacia el objetivo.

Meisl, tras el encuentro, no anduvo con vueltas en diálogo con la prensa. «Ha resultado lo que esperaba. Es imposible ganar a Italia en el ambiente que se han preparado. Hay que resignarse y dejar que conquisten el título los azules. Ello, no obstante, no nos impedirá declarar que su fútbol no es el mejor, y que el título de campeones del mundo no lo han conseguido con justicia”, sentenció. 

Italian forward Guaita scores the winning goal in the World Cup semifinal against Austria in Milan, Italy, as the home team went on to reach the final thanks to a 1-0 victory. Italy later defeated Czechoslovakia 2-1 after extra time to win the Rimet Cup, on June 10, 1934, in Rome, Italy. (Ap Photo)

¿Qué sucedió luego con el “Equipo Maravilla”?

Austria finalizó la Copa del Mundo de 1934 en la cuarta colocación tras perder el partido por el tercer puesto ante Alemania por 3-2, mientras que dos años más tarde alcanzaría la final de los Juegos Olímpicos, en donde nuevamente los italianos fueron sus verdugos. Pero su verdadero enemigo terminaría siendo nada más ni nada menos que Adolf Hitler.

Ya sin Meisl, quien falleció de un infarto en 1937, el 12 de marzo de 1938 se produjo la Anschluss, la anexión de Austria a Alemania por parte del III Reich, y marcó el final de un seleccionado que maravilló al mundo. Igualmente en abril de aquel año se organizó un partido amistoso, nombrado “Partido de la Reconciliación”, que enfrentó al seleccionado alemán frente a los austríacos. Años más tarde algunos lo bautizaron como el “Partido Final”.

El encuentro se disputó en Viena y, si bien se esperaba una victoria de la Alemania Nazi, el Wunderteam se encargó de brindar su última función: contundente victoria por 2-0. Uno de los goles lo marcó Sindelar, quien en su celebración se dirigió hacia el sector donde se encontraban las autoridades del gobierno nazi. También se negó a integrar más tarde el seleccionado alemán en el Mundial de Francia 1938, algo que sí aceptaron algunos de sus ex compañeros.

A pesar de que muchos señalan que era judío, Sindelar provenía de una familia católica y por eso no tuvo restricciones para caminar por las calles de la Viena nazi, aunque el régimen no le gustó para nada que siga en contacto con el presidente judío del Austria Viena y que le haya comprado un bar a un amigo judío, el cuál los nazis lo obligaron a vender. Por ello comenzó a seguirlo de cerca con la GESTAPO, su policía secreta y violenta.

Alejado del fútbol profesional por su rechazo a los alemanes, el Hombre de Papel fue encontrado muerto en su departamento junto a su novia el 23 de enero de 1939. «Muerte por inhalación de monóxido de carbono», reflejó la escueta autopsia que realizó el Instituto de Medicina Forence de la Universidad de Viena, aunque hasta el día de la fecha la sospecha de asesinato sigue merodeando.

Se calcula que unas 40.000 personas le dieron el último adiós que, simbólicamente, también significó el punto final del Equipo Maravilla: no solamente había desaparecido aquel seleccionado, sino que tampoco estaban con vida su entrenador ni su jugador estrella. Varios especialistas, como así muchos de los fanáticos del fútbol que vieron jugar a aquella Austria, aseguran que si no fuese por Mussolini hubiesen ganado el Mundial 1934. 

Lautaro Segura

Periodista deportivo graduado en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Especialista en cobertura de deportes en diversos medios de comunicación de la Argentina. Fundador de Histoporte.

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